Resulta que en una ocasión venía un muchacho por un camino de terracería muy contento porque se iba a casar, alegre, invitando a cuanta persona veía en el camino a su casa... En una de estas vio lo que parecia una piedra o pelota en el camino y de tan gustoso que iba la pateó y le dijo: "te invito a mi boda". Después se fijó y miró (vio) que lo que había pateado era un cráneo.
Él pues no le tomó importancia. Al cabo de unos días él se casa y organiza una súper fiesta, de pronto alguien llamó a la puerta. Era un tipo bien vestido, más bien parecido a un cacique, educado, algo inusual por aquellos rumbos, y le dice al encargado de la puerta "déjame entrar". Él desconcertado le pregunta que quién es. El tipo le dice "Háblale al novio, él me conoce"...
Le hablan al novio y le dicen que en la entrada lo busca una persona. El novio al verlo le dice "¿Usted quién es? No creo conocerlo, por favor retírese"... El tipo le dice "¡¡Claro que me conoces!! La otra vez me invitaste a tu boda ¿no recuerdas? ¿no recuerdas que hasta me pateaste?"
El novio no lo podía creer y cuentan que después de eso se volvió algo loco y jamás volvió a jugar con la muerte.
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